"Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película..."
Al principio, Pablo, ajeno a mis sentimientos, me miraba perplejo, sin llegar a entender realmente porqué su gemelo actuaba de ese modo tan extraño y, ¿por qué no decirlo?, tan extravagante. La verdad es que nunca llegó a entenderlo, pero con los años se fue acostumbrando, o eso me parecía. Al final, ya se reía cada vez que me levantaba antes de tiempo y corría apresurado, dejándole atrás. Siempre me gustó esa sensación.
Cuando se fue a Alemania le eché de menos, no voy a negarlo. Hasta le escribí en un par de ocasiones. Sé que le hizo ilusión...
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