lunes, 29 de noviembre de 2010

Taller de escritura

Al caballero Arnaldo le gustaba comer las setas asadas con la salsa de la carne de ciervo con que servían el plato en el ventorro del Lobito. Quizá gustarle no sea el término más adecuado; le encantaban. Era pasión lo que sentía por esas setas.  En cuanto llegaba el otoño, tras acabar sus quehaceres diarios en el castillo de su señor, el duque de Osuna, Arnaldo colgaba la armadura y acompañado de su fiel escudero y amigo, el recio Alvar Montoya, cabalgaban juntos hasta el ventorro para deleitarse con el sabor de unas setas que hacían ensalivar cada noche a los parroquianos que ansiosos esperaban a que Filomena, la dueña del ventorro, sacara de entre las brasas la tinaja de barro con tan rico manjar.

Sin embargo, aquella noche...

Nano dijo...
Dióse el caso de que una de estas noches de ansia de las papilas gustativas, un sucio y zarrapastroso vagabundo secuestró, a punta de navaja a Filomena, delante de todos los presentes. Ninguno se levantó para defender los ideales de la comarca, así que el caballero Arnaldo, levantóse y a guisa de perdón, arrebató de una patada la navaja del mendigo. Entonces Filomena le cogió por el cuello y.... CRISTINA.DR dijo...
Metió la cabeza del mendigo en una olla con agua hirviendo que tenía junto a la chimenea. Todos se quedaron asombrados por la acción de Filomena. Excepto Arnaldo que ya conocía muy bien a Filomena.El mendigo que dio un espantoso grito de dolor y ....

3 comentarios:

  1. Dióse el caso de que una de estas noches de ansia de las papilas gustativas, un sucio y zarrapastroso vagabundo secuestró, a punta de navaja a Filomena, delante de todos los presentes. Ninguno se levantó para defender los ideales de la comarca, así que el caballero Arnaldo, levantóse y a guisa de perdón, arrebató de una patada la navaja del mendigo. Entonces Filomena le cogió por el cuello y....

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  2. Metió la cabeza del mendigo en una olla con agua hirviendo que tenía junto a la chimenea. Todos se quedaron asombrados por la acción de Filomena. Excepto Arnaldo que ya conocía muy bien a Filomena.El mendigo que dio un espantoso grito de dolor y ....

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  3. sacó la cabeza de un respingo, gritó mirando a los allí presentes:
    - ¡Maldigo este ventorro! ¡Y que todos los espíritus, muertos, y demonios del inframundo, lleven a cabo esta acción encomendada!
    Inmediatamente, algunos de los clientes habituales de la venta, echaron al mugriente mendigo a la calle, mientras,Filomena y el Caballero Arnaldo sintieron como una extraña e intensa sensación les invadía todo su ser...

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